Famosas Últimas Palabras

Agenda de Extinción – 1ª Parte

por B. D. Flory

Traducción de Peter Banshee

 

Eh, Cariño.

Dudo bastante que seas el primero en saber esto, pero los tipos que lo hagan son muy listos. Se asegurarán que llegue a donde tiene que llegar. Este pequeño móvil que tengo – probablemente muy parecido al tuyo – sin duda está vigilado las 24 horas del día, pero yo no llegué a donde he llegado siendo torpe ni descuidado. Quizás las cosas hubiesen ido mejor si lo hubiese sido. Nadie encontrará esta carta hasta que se acabe lo que hay que hacer; y no creo que ninguno de nosotros dos necesite distraerse mientras tanto.

No sé lo que me atrajo primero de ti, aparte del obvio cliché que rodeó nuestro primer encuentro. Pero no me costó mucho enterarme. Luego te mire, en el casino, y me di cuenta de quién eras: alguien con casi tantas caras como pecados que expiar. ¿Quién habría pensado que acabaríamos en una iglesia al final de nuestra primera noche juntos? Estás toda tu vida yendo de una fiesta a otra, buscando solo el siguiente amanecer, incluso aunque tengas que ponerte una nueva cara cuando llegue el amanecer. Igual que yo. He llevado tantas caras durante la última década que no puedo recordar todos mis nombres, y mucho menos los nombres y caras de todos a los que hemos matado.

No. Creo que ya ha llegado el momento de que crezca un poco. No puedo decir que “nosotros” hiciésemos algo. No con toda honestidad. Si, estuvimos juntos, pero fue mi culpa, no la tuya. Yo empecé este fuego, y ponerme una nueva cara no lo cambia, no mitiga mi responsabilidad por lo que pasó después. Hay momentos en los que cuentas las cosas que has perdido, y momentos en los que cuentas lo que queda.

Yo he perdido todo, y lo único que me quedan son sombras y mentiras.

Es muy posible que ninguno de los dos sobreviva a esto, y esto no sea más que una carta al vacío. Un elogio puesto sobre una tumba olvidada. En momentos como este desearía creer en la vida después de la muerte, aunque solo fuese por saber que tú acabarías en un lugar mejor que este laberinto de espejos por el que llevamos corriendo estos últimos días.

He cimentado toda mi vida sobre mentiras, y siento que te hayas visto envuelta en ellas. Pero ahora te voy a decir una verdad, y espero que la creas. Después de todo, ¿qué gano siguiendo con las mentiras, excepto quizás algunas palabras amables en un funeral al que asistan pocas personas?

No, esta es quizás la cosa más verdad que haya dicho jamás.

Lo siento.

Siento haberte hecho daño. Siento que nunca supiste quien soy en realidad. Siento lástima por las miles de personas infectados por el virus – y los millones que quizás se infecten. Pero sobre todo, siento haberte mentido. Te merecías algo mejor. Nada de esto fue tu culpa, y si la mía.

Estaba en ello desde el principio. Con todas esas vidas que hemos vivido, es solo normal que hayamos acumulado enemigos. Esto lo sabes tan bien como yo. Los míos me alcanzaron primero. Parecía una fácil elección: una vida en una prisión en algún país del Sudeste Asiático donde los derechos humanos incluyen el derecho a una lenta y dolorosa muerte; o la libertad, acompañada por un poco de emoción. El único coste era un trocito de mi alma. La verdad, parecía una cosa tan pequeña.

Sé que pareció como si huyese contigo, pero en realidad te estaba dirigiendo, igual que un perro persigue a un zorro. Probablemente te sirva ahora de poco, pero eso cambió rápidamente. Yo siempre he sido más un zorro que un perro, más parecido a ti que a ellos. Pero para cuando nos dimos cuenta de lo que nos estábamos jugando, era muy, muy tarde. Tú sacaste tus conclusiones, y no te culpo por ello.

Es que yo no lo sabía. Solo sabía que tenía la oportunidad para borrar un mal recuerdo en una vida de mentiras, y la tomé. No conocía la profundidad de la locura de Kholera, no conocía sus planes… hasta que fue demasiado tarde, hasta que nos capturaron. Si, fui una estúpida, pero no tenía elección.

No, eso no es así. Esa es la salida fácil. Tuve una elección, pero era mucho más fácil para mi huir de la responsabilidad – ponerme otra máscara y esconderme como hago siempre – que enfrentarme. Miento a todo el mundo, ¿por qué no a mi misma? Me convencí que era un inofensivo jueguecito, jugar al escondite con unas cuantas balas perdidas. Creí a Kholera cuando dijo que no quería matarte, pero nunca me detuve a pensar que es lo que pretendía hacer. No quise hacerlo. Me puse las anteojeras y nunca abrí los ojos hasta ahora.

Fue fácil, claro… él no quería matarte. Solo usarte. Y yo ayudé. Igual que llevo usando a las personas toda mi vida. En este momento, me pregunto si conozco alguna otra forma de vivir.

Ya no importa. Lo único que importa es lo que he hecho. Esta plaga, este virus… esta muerte de toda la maldita raza humana, quizás… es mi culpa. Yo hice que cayese sobre nosotros, con un poco de ayuda de mis “amigos” en el Franchise.

Tengo mucho que expiar, y no sé como hacerlo. Les he contado todo, pero es demasiado tarde para los miles de personas que ya han muerto por mi culpa. Creo que también es demasiado tarde para mí.

He acabado. No me queda nada más aquí, o en ningún otro lado. Aún tengo la cápsula de gas nervioso que el Dr. Kholera me dio, la que nunca encontraron. Me sorprendió en su momento, pero retrospectivamente supongo que así debe ser: Deo Juvante, ¿verdad?

Cuídate…

           

            . .

            .