La Cala del Agua en Calma

Secrets of the Mantis

 

por Rich Wulf y Shawn Carman

 

Traducción de Mori Saiseki

 

 

Los gritos hacía tiempo que habían perdido su energía entrecortada y estresante. Ahora meramente eran roncos y guturales, los gritos de un hombre cuya voluntad está a punto de ser quebrada. Esa percepción no la podía hacer todo el mundo, claro, paro había ciertas revelaciones que le llegaban a uno después de años de hacer las mismas cosas.

“Venga, Tameyoshi-san,” dijo el Maestro Moneda con voz afable y cariñosa. Limpió la sangre de sus largos dedos con un trapo vulgar, y sonrió débilmente tras su máscara dorada. “No hay necesidad de este fastidio. Seguro que tienes la información que necesito. ¿Por qué te haces padecer este sufrimiento? ¿De verdad crees que tu señor haría lo mismo por ti? Honestamente, todo esto es tan innecesario.”

Dos sucios eta manchados de sangre sostenían en alto la cabeza del samurai para que pudiese mirar a Moneda. Sus rasgos estaban retorcidos por el dolor y el cansancio. El Maestro Moneda estaba seguro que aguantaría muy poco más este tratamiento.

Increíblemente, el samurai Escorpión tosió y dijo, “No sé nada de esa Torre Umbría de la que hablas. ¿Es un palacio? ¿Una canción quizás?”

El Maestro Moneda sonrió tristemente. “Siento mucho que digas eso, Tameyoshi-san. Encontramos los documentos que llevabas. Sabemos que tienes lo que queremos. ¿Por qué haces que te sea tan duro?”

“Mi sensei...” El samurai tuvo un tremendo espasmo de tos. Su destrozado cuerpo estaba al borde de un colapso completo. “Mi sensei,” continuó, “siempre dijo que yo era un mal alumno.”

“Llevadle a la prisión,” dijo el Maestro Moneda con tono defraudado. “A, Kafu, ve a por ese shugenja de la secta Nube que se esconde en el muelle de levante. Hagamos que se gane el sueldo. Si el Bayushi no nos revela sus secretos en vida, quizás su espíritu esté más dispuesto. Y si no, podemos empezar nuestra propia Arboleda de los Traidores en la playa.” Uno de los eta asintió, y salió corriendo de la habitación. Una mirada de terror cruzó por los ojos del Escorpión.

“No debes enfadar a mis señores,” siseó el Escorpión, sangre manchando sus labios. “¡Incluso tú no estás a salvo de ellos, Kolat!”

“¿Eso es así?” Contestó Moneda, levantándose enfadado – pero un segundo Maestro, un hombre grueso vestido con idénticas túnicas que Moneda, entró en la habitación. La dorada máscara de este tenía el símbolo de una espada desenvainada.

“Moneda,” dijo el hombre, su voz distorsionada por el encantamiento de la máscara, “¿por qué mostramos tanta descortesía a nuestro visitante Bayushi?”

“Maestro Acero,” contestó Moneda, inclinándose sumiso al recién llegado. “Encontramos a este explorando la costa de las Islas Mantis. Ha estado espiando a los Yoritomo por cuenta de un grupo escindido de los Escorpión llamado la Torre Umbría. Creemos que pretendía reunirse con uno de sus contactos en Kyuden Gotei.”

“Suéltale,” dijo el Maestro Acero.

“¿Qué?” Contestó Moneda, asombrado.

“Soltarle. ¿Dónde puede ir? Esto es una isla. Creo que me gustaría oír más sobre esta Torre Umbría, y pienso que aprenderemos más a través de la cortesía que con la tortura. Quizás esta Torre Umbría nos pueda ser útil, y nosotros a ellos.”

“Interesante,” dijo el Maestro Moneda, mirando a su prisionero sagazmente. El Bayushi miró en silencio al Maestro Acero.

“Bayushi-san,” continuó el Maestro Acero, volviéndose para mirar al hombre torturado, “los eta te llevarán a donde te puedas limpiar y alimentarte. Que atiendan tus heridas, y luego les dices que estás preparado para negociar conmigo.”

“¿Y si no quiero negociar, Acero?” Contestó el Escorpión.

El Maestro Acero permaneció en silencio durante un breve instante. “Reúnete conmigo, y es posible que ganes a un poderoso aliado para tu organización. Elegir otra cosa es elegir la muerte. Tu espíritu será torturado por nuestro shugenja. Los jefes de tu organización será descubiertos, y uno a uno serán destruidos. ¿De verdad crees que tu Torre Umbría puede sobrevivir a una guerra contra los verdaderos gobernantes del Escorpión y de los Kolat? Elige sabiamente, Escorpión.”

Con eso, el Maestro Acero se volvió y salió de la habitación, dejando a Bayushi Tameyoshi con sus pensamientos.