La Muerte de un Héroe, 4ª Parte
por Rich Wulf
Traducción de Togashi Rekai
Utaku Yu-Pan permaneció al borde de los acantilados Doji, sujetando un tubo corto de cuero en un ojo. La joven Doncella de Batalla analizó lentamente el horizonte, buscando alguna prueba que pudiera arrojar un poco de luz sobre el atroz asesinato que ocurrió allí.
“¿Algo?” Preguntó Moshi Kakau.
“No veo nada,” contestó Yu-Pan.
“Sigue mirando.”
Kakau miró. “Hemos buscado durante
horas,” gimió el Mantis. “Si los shugenja no han podido encontrar nada, ni
siquiera con el uso de la magia, no sé qué espera Shoin que encontremos”.
Kakau se apoyó en una roca cercana, abrazando sus
rodillas, mientras miraba el mar. Yu-Pan pensó que el hombre, fuerte y pequeño,
miraba más o menos como un mono. Pero no dijo nada.
“¿Qué es eso que sostienes?” Preguntó
Toritaka Akemi con su extraña voz.
Utaku Yu-Pan retiró el tubo de su ojo
y miró a la cazadora de fantasmas con sorpresa. La joven Halcón apenas hablaba;
generalmente revoloteaba alrededor de los otro miembros del grupo, tan extraña y etérea como uno de los
espíritus que estudiaba. Yu-Pan ni siquiera se había dado cuenta de que la
chica le había seguido desde Kyuden Doji. Akemi la miró con ojos extraños, como
un fantasma temeroso de acercarse demasiado a los vivos. “Un catalejo,”
contestó Yu-Pan, poniendo el tubo de nuevo en su ojo.
“¿Y qué hace?” Preguntó Akemi.
“Hace que lo lejano parezca cercano,”
contestó Kakau. “Algunos capitanes Mantis los usan, al igual que los
exploradores Unicornio. Es un invento de las Arenas Ardientes.”
“¿Es magia?” Preguntó Akemi, moviendo
su pálida cara mientras miraba el catalejo.
“De cierto tipo,” contestó Kakau.
Yu-Pan miró al Mantis. “No es magia,”
respondió. “Es un juego de la luz y el cristal.”
“Oh,” dijo Akemi, con un leve tono de
decepción en su voz. Siguió mirando al Mantis y a la Unicornio por un momento,
luego se volvió y anduvo por el camino hacia Kyuden Doji. Kakau la miró
marchar; Yu-Pan continuó vigilando.
“No hay nada malo en que haya
misterio,” rió Kakau. “No tenías por qué decirle la verdad.”
Yu-Pan miró al Mantis. “Estamos aquí
para resolver misterio, no para
crearlos,” contestó ella secamente. Desenrolló el tubo de cuero y guardó las
lentes en una bolsa de su cinturón. “Akemi ya está bastante alejada de la
realidad sin que contribuyamos más aún.”
“Si tú lo dices,” contestó Kakau.
“¿Por qué no desciendes el acantilado
para explorar la base de nuevo?” Preguntó Yu-Pan. “Yo volveré a Kyuden Doji a
informar de lo que hemos encontrado a Shoin.”
“Pero si no hemos encontrado nada,”
dijo Kakau.
Yu-Pan miró al Mantis de nuevo. Él
puso las manos defendiéndose, descendiendo de su asiento, y ágilmente comenzó a
descender el acantilado, tanto dándose prisa por separarse de la temperamental
Doncella de Batalla como para obedecerla. Yu-Pan soltó un agudo silbido
mientras se dirigía a la carretera. Su gran montura color avellana galopó hacia
ella rápidamente pasando por la carretera de su lado. Yu-Pan le palmeó el cuello ausentemente mientras
andaba. Paró un instante, pensativamente, después se giró rápidamente a su
izquierda.
Toritaka Akemi esperaba allí, sentada
en una piedra plana. “Hola,” dijo ella.
“Tú otra vez,” dijo Yu-Pan, mirándola
cautelosamente. “¿Qué quieres?”
“¿Realmente crees que yo sea un
problema?” Preguntó. Su tono no era de enfado ni de sentirse ofendida, sino de
simple curiosidad.
Yu-Pan cruzó los brazos en su pecho y
miró a la Halcón. “Deberías saber, Akemi, que no eres la primera Toritaka con
la que viajo.”
“¿Oh?” Preguntó.
“Una vez necesité la ayuda de los
cazadores de fantasmas, y estuve algún tiempo con el Yotogi. Ellos me enseñaron
algo sobre sus procedimientos. Aprendí que muchos Toritaka son absorbidos por
los espíritus a los que estudian. Que ellos aprenden mucho, muy rápido. Eso les
hace adeptos de los espíritus, pero también deja algo… extravagante en ellos.
Son absorbidos por el pasado, por las vidas de los muertos, olvidando el mundo
que los rodea.”
“¿Crees que eso es lo que me pasa?”
Preguntó Akemi.
“Si,” Dijo Yu-Pan secamente. “Él dijo
que nos cuidáramos de aquellos que se aferraban al pasado, especialmente a
aquel que no conocen. Por ejemplo los Toritaka han sido Cangrejos desde hace 30
años y aún te haces llamar Halcón.”
Akemi agachó los ojos y puso labios
de pucheros, asimilando las palabras de Yu-Pan. Finalmente levantó su mirada
maldita. “¿Por qué buscas al Yotogi?”
“Asuntos personales,” dijo Yu-Pan.
“Tú lo criaste,” contestó Akemi.
“¿Tiene algo que ver con Bayushi Tozasu?”
Yu-Pan frunció el ceño y miró a
Akemi. “¿Qué sabes sobre Tozasu?”
“Mi área de conocimiento son los
espíritus que vinieron a través de la Puerta del Olvido,” contestó. “¿Por qué
crees que fui elegida para esta misión? Sé que Tozasu se dejó una huella
violenta en las tierras Unicornio durante la Guerra de los Espíritus. Sé que
mató a muchos Utaku. Se que muchos más juraron vengarse de él... antes de que
muriera en el Bosque Shinomen.”
“Lo que no cambia nada,” ladró
Yu-Pan, cortando el aire con una mano. “Si puede volver de la muerte para
asesinar a mi familia, es que ni siquiera la muerte le esconderá de mi
venganza... Debe morir como lo hicieron mis hermanas, sufrir como sufrió mi
familia. Busco el Yotogi con la esperanza de descubrir en que lugar del Reino
de los Espíritus habita ahora su espíritu.”
“Y ellos no te ayudarán,” dijo Akemi.
Yu-Pan guardó silencio.
“La venganza es un gran peso que
llevar,” dijo Akemi.
“Entonces agradezco a las fortunas el
que me hallan dado fuerza para sujetarlo,” silbó Yu-Pan.
Una mirada de dolor cruzó la cara de
Akemi.
Yu-Pan hizo una mueca de desprecio.
“Si intentas convencerme de—“
“No,” dijo Akemi, moviendo la cabeza
rápidamente. “Creo que hay poco de lo que pueda decir que quieras escuchar. No
creo que… No creo que te conozca tan bien como para preocuparme por salvar tu
alma.”
Yu-Pan parpadeó, atónita por la
respuesta de la Halcón. “Hasta que nos entendamos,” dijo tranquila. Continuó
bajando por la carretera. Su gran montura la siguió a un lado.
“Perdóname, Yu-Pan,” dijo Akemi,
alcanzándola y caminando un poco por detrás de la Doncella de Batalla, “pero…
¿puedo hacerte una pregunta personal?”
“No tengo secretos,” dijo Yu-Pan.
“Pregunta lo que quieras.
“Odias a los espíritus,” comenzó
Akemi. “Incluso nuestro líder, Shoin, que es sólo medio espíritu parece
despertar tu ira. ¿Cómo ha conseguido alguien como tú ser una Doncella de
Batalla?”
Yu-Pan miró a Akemi “¿Qué quieres
decir?”
“¿No es Utaku Shiko vuestra líder?”
Preguntó Akemi.
“Utaku Xieng Chi es nuestra Daimyo,”
rugió Yu-Pan.
“Pero Shiko es la hija resurrecta de
la propia Otaku,” dijo Akemi. ”¿No fue ella la que determinó que tu familia
cambiaría su nombre para renovar su juramento a Shinjo? Ni siquiera un daimyo
tiene tanta influencia. Debe molestarte servir por debajo de esa persona.”
Yu-Pan siguió mirando a Akemi. La
cazadora de fantasmas devolvió la mirada con ojos extraños, malditos. “Si no te
conociera, Halcón, diría que estás intentando provocarme.”
“Sólo intento comprender el fondo de
tu sed de venganza,” contestó Akemi. “Me pregunto si eso interferirá con la
misión. Después de todo, es nuestro deber proteger la vida de los Héroes de
Rokugan, y todos ellos son espíritus regresados.”
“Conozco mi deber y mi lugar,” dijo
suavemente Yu-Pan, “incluso aunque a los que protejo no lo conozcan. ¿Algo
más?”
“No,” dijo Akemi, inclinando su cabeza
ante la Doncella de Batalla. “Has contestado mis preguntas de una manera
realmente satisfactoria.”
“Bien,” dijo ella. “Entonces yo tengo
unas preguntas para ti.”
“Pregunta lo que quieras,” contestó
Akemi.
“Háblame más de los Héroes de
Rokugan,” dijo Yu-Pan.
“¿Qué te gustaría saber?”
“Cuatro de ellos están muertos,” dijo
Yu-Pan. “Obviamente no es coincidencia. ¿Quiénes son? ¿Qué relación les une?”
“Es complicado,” dijo Akemi.
“Tenemos tiempo,” contestó Yu-Pan.
Akemi asintió. ”Las historias que
hablan de la Batalla de la Puerta del Olvido describen el retorno de los
espíritus del ‘Jigoku.’ Esto está muy equivocado. ‘Jigoku’ es un termino usado
frecuentemente por esos no familiarizados con los Reinos del los Espíritus para
describir otros Reinos a parte de Rokugan. De hecho es un nombre que bien usado
sirve para referirse al reino del Mal, la casa de los Oni y la fuente de la
Mancha de las Tierras Sombrías. Nuestro venerados ancestros no vinieron de
Jigoku, y de hecho muchos fueron insultados al saberlo.”
“Semántica,” dijo Yu-Pan. ”¿Y qué hay
de los Héroes?”
“Ambientación,” dijo Akemi. ”Sé
paciente, Yu-Pan.”
Yu-Pan asintió cortés mente. Ambas
continuaron su camino hacia Kyuden Doji.
“Aquellos que vinieron de la Puerta
del Olvido para seguir a Toturi procedían de dos Reinos de los Espíritus
diferentes,” dijo Akemi. “El primero de ellos es Yomi, el Reino de los
Ancestros Benditos. Esta es la casa de aquellos que murieron con su kharma
completo. Aquellos que vinieron de Yomi eran grandes héroes, deseando dejar el
paraíso para salvar a Rokugan del mal. El padre de Shoin, Miya Donosu, era uno
de esos espíritus. Al igual que nuestro encargo actual, Rezan.”
“Parece más un libertino que un
héroe,” contestó Yu-Pan.
“Aún no le hemos visto en un
aprieto,” dijo Akemi. “Creo que el poeta te sorprenderá.”
“Lo creeré cuando lo vea,” dijo
Yu-Pan. “Mencionaste dos reinos.”
Akemi asintió. “El otro era
Toshigoku, el Reino de la Masacre. Este reino es un lugar de castigo para
aquellos que murieron consumidos por sus pensamientos de asesinato o…” Akemi
miró a Yu-Pan durante un momento, “o venganza. Hantei XVI y, sin lugar a dudas,
tu propio Bayushi Tozasu vinieron ambos de ese reino, como lo hicieron muchos
otros. Toshigoku es el reino donde los espíritus están encerrados en eternos combates,
matándose con gran eficiencia día tras día, sólo para volver totalmente curados
a matarse de nuevo. Es un reino de locura, y los espíritus estaban ansiosos por
escapar, ansiosos para comenzar sus vidas de nuevo. Los espíritus de Toshigoku
tenían sus propios planes, que iban desde la venganza hasta – en los casos más
extremos – la dominación del Imperio. Fue su regreso lo que comenzó la Guerra
de los Espíritus, fue el que Hantei XVI no pudiera luchar esa guerra solo.”
Yu-Pan pareció pensar en ello durante
largo rato, después miró a la cazadora de fantasmas de nuevo. “Si los espíritus
de Toshigoku fueron el problema, entonces ¿Por qué no se ocuparon de ellos?”
Akemi miró a la Doncella de Batalla,
“¿Qué habrías hecho tú con ellos?”
“Enviarles por donde vinieron,” dijo
Yu-Pan.
“La Puerta del Olvido fue destruida,”
dijo Akemi. “La única manera para que un espíritu vuelva es que muera de
nuevo.”
“Ya murieron una vez,” dijo Yu-Pan.
“Seguramente no les importaría hacerlo una segunda vez.”
Akemi movió la cabeza.
“Desgraciadamente no es tan sencillo. No todos los espíritus de Yumi y
Toshigoku se distinguían tan fácilmente. Algunos de los de Toshigoku realmente
se arrepintieron de sus crímenes y no querían nada más que vivir en paz. En
verdad, muchos espíritus sintieron que su vida no era natural. Cometieron
seppuku, volvieron a su reino. Muchos, sin embargo, no, y por suerte no lo
hicieron.”
“¿Consideras que fue algo afortunado
que aconteciera la guerra de los espíritus?” Dijo Yu-Pan.
“No del todo,” dijo Akemi, “pero sin
los benevolentes shiryo y los espíritus redimidos de Toshigoku para imponerse
ante los motivos y habilidades de las tropas de Hantei XVI, aquellos leales a
Toturi jamás habrían derrotado semejante amenaza. ¿Cómo se puede entender a un
enemigo que ha vivido durante siglos? ¿Cómo puedes luchar contra un general que
ha muerto diariamente en un campo de batalla de interminable dolor y
sufrimiento? ¿Cómo puedes tratar con semejante enemigo? Así nacieron los Héroes
de Rokugan. Poderosos espíritus, leyendas durante diferentes periodos en la
historia del Imperio, quienes prestaron su conocimiento y a veces sus espadas a
la causa del emperador Toturi. Con su ayuda, el Crisantemo de Acero fue
vencido. Pero la historia no acaba ahí. Muchos de los espíritus regresados
estaban anonadados porque el daño que habían causado y decidieron lanzarse
desde los acantilados santificados. Otros prefirieron permanecer y ayudar en la
reconstrucción, o, como Rezan, sólo vagan por el Imperio para contemplar la
nueva vida que el destino les ha otorgado.”
“¿Cuántos Héroes había?” Preguntó
Yu-Pan.
“Creo que eran sesenta,” dijo Akemi,
“pero a muchos se les honró póstumamente. “Gusai, por ejemplo, fue una sorpresa
para mí. No sabía que hubiera, siquiera, pasado la Puerta.”
Yu-Pan miró. “¿Entonces algún ser
misterioso está asesinando a los espíritus que fueron leales a Toturi, y ni
siquiera sabemos quienes son?”
“Si, para ser sinceros es
frustrante,” dijo Akemi. “Puede que Rezan los conozca.”
“Eso si no ha ahogado su memoria en
sake,” contestó Yu-Pan.
“Aún pienso que tu enfado está fuera
de lugar, Doncella de Batalla,” dijo Akemi. “Bayushi Tozasu merece tu ira,
quizá, pero Rezan y Shoin no. Espíritus como ellos permanecieron en este mundo
para luchar contra las injusticias como la que le ocurrió a tu familia. Si
acaso deberían ser tus aliados.”
Yu-Pan miró a la cazadora de
fantasmas, sus oscuros ojos fríos como el acero. “Gracias por tu consejo,
Halcón, pero yo cabalgo en solitario.”
Con esto, Yu-Pan se giró sobre su silla de montar y galopó por la calzada hasta Kyuden Doji. Akemi tosió y aparto el polvo del paso de la Doncella de Batalla, ella siguió andando, sola.
•
Kakau silbó una suave tonadilla para
él mismo mientras caminaba por los salones de Kyuden Doji. La noche había caído
sobre el castillo Grulla. Los muros de zafiro claro y marfil estaban bañados
por la luz de la luna. Aunque Kakau apenas se consideraba romántico, ver
semejante belleza le llegó al corazón. Él había vagado por el castillo durante
horas, desde su retorno de los acantilados. Con la excepción de la ocasional
mirada sospechosa de un guarda Doji, sus anfitriones Grulla eran realmente
tolerantes con el curioso joven Mantis. Se preguntó si serían igual de
tolerantes si él no hubiese venido con el Heraldo Imperial. Supuso que no.
Los paseos de Kakau alegraron
notablemente su expresión. Aunque esta misión no había sido agradable. Los otros solían ignorarle completamente, o
le odiaban abiertamente como la Doncella de Batalla. Sólo el Buey parecía
tratarle como a un igual. Irónicamente, Kijuro no era el tipo de persona con el
que Kakau desearía tener ningún tipo de asociación. El líder, Shoin, parecía n
individuo decente, pero siempre estaba ocupado con tareas de investigación u
oficiales. Kakau llevaba su parte de la investigación por su cuenta. Viniendo
de una gran familia y habiendo vivido la mayoría de su vida entre los
familiares marineros Yoritomo, el joven Mantis no había crecido en la soledad.
Satisfecho con sus andanzas por el
castillo, Kakau volvió al ala de invitados. Una suave canción llenaba los
salones. Kakau se paró un momento para escucharla. La voz era femenina,
profunda y sonora. Pensó que debía ser Agasha Chieh. ¿Estaría la shugenja
despierta a esas horas? Quizá no necesitara dormir. Él siguió el sonido hasta
una puerta al final de la estancia y escuchó. Las palabras eran Rokuganí Culto,
el antiguo lenguaje ceremonial de los samurai. La letra era compleja y difícil
de entender, pero parecía hablar de una gran pérdida, un antiguo compromiso
roto. Parecía extrañamente sola. Kakau decidió que hablaría con ella; quizá
ella lo entendería.
Él llamó a la puerta, y el canto
cesó. Un momento después la puesta se deslizó hasta quedar abierta. Kakau
parpadeó. No era Chieh quien contestó, sino Rezan, el poeta ronin. Su largo
cabello escapando del moño, desarreglado, y su kimono colgando de sus hombros.
“¿Sí?” Preguntó rápidamente. “¿Qué
pasa, Mantis? Habla”
“Esto...” contestó Kakau, confuso.
“Me pareció haber oído cantar a Chieh aquí,” dijo.
“Oh,” Rezan pareció ponerse nervioso.
“Seguramente lo imaginarías. ¿Puedo ayudarte en algo?” Rezan salió rápidamente
al pasillo y corrió el panel shoji tras él. Ajustando el daisho a su lado, el
poeta señaló el pasillo para que Kakau le siguiese.
Kakau miró de nuevo a la puerta. “Creí
que habías pedido una habitación en la primera planta, cerca de los jardines.”
“Ah…” Rezan se paró por un momento,
colocando de nuevo su pelo hacia atrás. “Así fue. Estaba simplemente explorando
el castillo. Igual hacías tú ¿no?”
“Por supuesto,” contestó Kakau
indignado, y dejó pasar el tema.
Rezan miró al Mantis, tenía cara de
interés. “Parece que varias cosas rondaran tu cabeza,” dijo.
“Es algo personal,” contestó Kakau.
“No pregunté,” replicó el poeta.
“Sólo lo observaba. Por mi experiencia, lo mejor es no llevar la pena en
solitario. No tienes por qué compartirla, sólo has de llevarla en compañía de
alguien.”
“No creo que una geisha ayude,” dijo
Kakau.
“Jamás pensé que oiría a un Mantis
decir eso,” dijo Rezan. “Tú eres el que conocía a Gusai, ¿no?”
“¿Te lo comentó Shoin?” Preguntó
Kakau.
“Me lo imaginé,” dijo Rezan. “Me
recuerdas a él, severo, insatisfecho, generalmente malhumorado.” Rezan hizo un
movimiento con su mano.
Kakau miró al poeta frunciendo el
ceño. “¿Conocías a Gusai?”
“Lo vi una vez,” asintió Rezan. “Me
dio pena que lo asesinaran. Él merecía algo mejor.”
Kakau solo movió la cabeza.
“Espero que hallase lo que buscaba,”
dijo Rezan.
“¿Qué quieres decir?” Preguntó Kakau.
Rezan miró al Mantis. “¿Quieres decir
que nunca te lo contó? El viaje a través de la puerta del olvido no fue
accidental. Cada espíritu que la atravesó, ancestro bendito o espíritu de la
masacre, estaba conectado de alguna manera a este mundo. Todos regresamos
buscando algo, algo importante. Sólo espero que Gusai haya podido atar cabos
antes de morir.”
Kakau calló durante largo rato. “¿Qué
buscas tú, poeta?”
Rezan sonrió levemente. “Te reirás.”
Kakau no dijo nada.
“Yo regresé buscando a una mujer,”
dijo.
Kakau elevó una ceja.
“Veo que no te sorprende,” apuntó
Rezan. “Al menos no te reíste. En mi última vida, estuve tres cortos años
casado con la hija de un Hantei antes de que me mataran en un duelo. Ella murió
poco después, siguiéndome…”
“Le pega a un poeta,” dijo Kakau.
“Sí, bueno, realmente desearía que a
ella no le hubiese importado,” contestó Rezan. “Valla arpía. Los tres peores
años de mi vida. Caprichosa, un despojo putrefacto, y para nada tan bella como
escribía en los poemas que le escribía. Así como estabamos unidos en vida,
estuve expuesto al curiosamente ingrata experiencia de pasar doscientos años a
su lado en los campos de Yomi.”
“¿Atravesaste la puerta para librarte
de tu esposa?” Preguntó Kakau sorprendido.
Rezan tardó en contestar. “No, no es
exactamente así,” dijo. “Hace cierto tiempo… el tiempo es difícil de medir en
los Reinos de los Espíritus… ella finalmente aceptó que no la amaba. Ella
desapareció. Ella volvió a este mundo en un cuerpo mortal. Era como si me
hubiera quitado un peso de encima, por un tiempo.”
“¿Por un tiempo?” Dijo Kakau.
Rezan asintió. “Hasta que me di
cuenta de que la echaba de menos,” dijo. “No me di cuenta de lo que había
dejado a un lado hasta que lo perdí. Cuando la Puerta del Olvido se abrió, no
dejé escapar la oportunidad de volver. Durante treinta años la he estado
buscando… aunque no tengo la menor pesquisa de donde puede estar. Podría ser un
gato, por lo que sé.” Dijo encogiéndose de hombros.
Kakau miró confuso al poeta. “Si eres
tan leal a tu mujer, ¿por qué eres tan mujeriego?”
“Veo un poco de su belleza en cada
mujer que miro,” contestó. “Si no puedo tenerla entera, puedo, al menos, tener
un poco de ella durante cierto tiempo. ¿Y quien sabe? Puede que sea una de
ellas… o todas ellas.” Rezan encogió los hombros de nuevo. “En cualquier caso,
esa es mi historia, Mantis. Ahora que la sabes, te darás cuenta de que has de
compartir la tuya conmigo también. Habrás de contarme cómo coincidiste con el
noble Gusai.”
“Por Supuesto,” dijo Kakau.
“Pero no está noche,” dijo Rezan. “Es
tarde, estoy algo cansado, y parece que Kijuro habló con Shoin sobre regresar a
Shiro Morito. Por lo que lo dejaremos para más adelante.” Rezan suspiró. “Odio
las montañas. Buenas noches, Moshi san.”
Kakau se limitó a asentir y continuó
caminando por los salones de Kyuden Doji, pensando en los días venideros.
•
Agasha Chieh – Una misteriosa magistrado del Clan Fénix que
tiende a cambiar de temperamento fácilmente. Ha sido asignada al grupo de
magistrados de Miya Shoin.
Hantei XVI – El Crisantemo de Acero. Uno de los más temidos
Emperadores de la historia, volvió por la Puerta del Olvido intentando rehacer
su mandato despótico.
Héroes de Rokugan – Titulo otorgado a un grupo de espíritus que
regresaron y se aliaron al Emperador Toturi contra el ejército de Hantei XVI.
Kijuro – Un Samurai Buey de naturaleza buena. También
asignado a la partida de Shoin.
Miya Shoin – Un joven Heraldo Imperial encargado de investigar
los asesinatos de los Héroes de Rokugan. Es el hijo de un espíritu y una
mortal, y al contrario que muchos semi-espíritus mantiene el aura etérea de los
espíritus.
Moshi Kakau – Un marinero Mantis que vio el asesinato de Gusai,
un Héroe de Rokugan. Pertenece al grupo de Miya Shoin.
Puerta del Olvido – Un portal conectado a los Reinos Espirituales,
que estuvo en el corazón de las Tierras Sombrías. Al abrir la puerta, la
Oscuridad Viviente planeó consumir la esencia de aquellos que alguna vez
existieron, vivos y muertos. Muchos espíritus de los muertos volvieron por la
puerta para luchar contra la Sombra, y recibieron cuerpos mortales de la
extraña magia de la Puerta. La puerta fue sellada y destruida por el maestro
elemental del Fuego, Isawa Hochiu.
Rezan – Un duelista que, por extrañas circunstancias, ganó la inmerecida
reputación de mejor poeta del Imperio. Murió hace unos dos siglos, y volvió por
la Puerta del Olvido para unirse a los Héroes de Rokugan. Está bajo la
protección de Miya Shoin y su grupo.
Toritaka Akemi – Una misteriosa cazadora de fantasmas Cangrejo y
una experta en espíritus regresados. Su familia fue, en otro tiempo, el Clan
Halcón, y ella prefiere esta designación. Forma parte del grupo de Miya Shoin.
Toturi I – El Emperador de Rokugan, el primer espíritu que
volvió por la Puerta del Olvido. Fue recientemente asesinado por un nuevo
engendro demoníaco llamado Onisu, dejando cuatro herederos al trono sin clara
sucesión.
Utaku Yu-Pan – Una Doncella de Batalla del Clan Unicornio
vengativa cuya familia fue asesinada por el espíritu regresado de Bayushi
Tozasu. Ella ha sido incluida en el grupo de magistrados de Miya Shoin.
La Guerra de los Espíritus – Un conflicto comenzado pro Hantei
XVI, el Crisantemo de Acero, cuanto intentó destronar a Toturi y restaurar su
mando. Fue apoyado por muchos de los espíritus regresados.
Yotogi – Líder espiritual de los Toritaka, con el don de
contemplarse con los espíritus de todo tipo. Desde su absorción por el
Cangrejo, el daimyo Toritaka y el Yotogi no son necesariamente la misma
persona.