Relatos de los Strongholds de Time of the Void

 

por John Wick

 

Traducción de Hoshi Togai

 

 

 

**El Hijo de las Tormentas** (Yoritomo)

 

El ejército del Hijo de las Tormentas volvió hacia Otosan Uchi después de su victoria contra los refuerzos de Yogo Junzo, para encontrar los ejércitos de Junzo rotos y destrozado por los ejércitos de los Truenos. Contento con su victoria, se aproximo a Hoturi, Yakamo y Toturi con sus tenientes a su lado. Esta vez – a diferencia de un millar de veces anteriores – Yoritomo no se arrodilló, simplemente se inclinó.

 

“Hemos desbandado a los refuerzos,” dijo. “Y ahora mi ejército está preparado.”

 

“¿Preparado?” Preguntó Toturi.

 

“Si. Preparado para aplastar al tuyo.”

 

Kakita Toshimoko, que permanecía cerca de Doji Hoturi puso su mano sobre su espada, pero su campeón lo detuvo con un gesto. “Explícate, Hijo de las Tormentas.”

 

Yoritomo se quitó el casco. “Mi ejército está listo para atacar. Nosotros fallaremos. No se puede contrariar al destino. Pero estamos listos para atacaros ahora mismo y a morir si es necesario.”

 

“¿Con qué propósito?” Preguntó Toturi

 

“Para demostrarnos que estamos dispuestos a morir para ver que somos dignos.” Los ojos de Yoritomo no dejaban entrever que se trataba de una finta o una añagaza. “Enviaré a mis tenientes de vuelta y me matareis aquí mismo por mi desobediencia.” Chasqueó los dedos y los dos tenientes se retiraron, y él se arrodilló con la cabeza inclinada.

 

La carcajada de Hida Yakamo pudo oírse a lo largo y ancho del campo de batalla. “¡Por los Kami! Me gusta este hombre.”

 

Toturi asintió con la cabeza. “Igual que a mí. Di a tus tenientes que regresen Hijo de las Tormentas.”

 

“Será mejor que tu ejército se ponga a rezar,” le dijo Hoturi “Si fracasamos tu recién ganado status tendrá una vida muy corta.”

 

Mientras Yoritomo se ponía de nuevo el casco dijo “Entonces no falléis.”

 

 

**Las dos muertes de Yakamo** (Cangrejo)

 

Cuando los ejércitos de los clanes unidos finalmente bajo Yakamo y Toturi, el Héroe Cangrejo cargó hacia la refriega, con su tetsubo y su mano de jade matando y destrozando a sus enemigos conforme avanzaba. Finalmente, con el cuerpo magullado y cubierto de heridas, vio al Oni que había robado su nombre. Yakamo mantuvo su furia bajo control conforme avanzaba hacia la criatura, pero cuando se volvió a verlo y vio reflejado en el su misma cara y ojos, ya no se pudo contener por más tiempo.

 

El duelo fue rápido y mortal, y justo cuando parecía que Yakamo tenía todas las de ganar, la oscura sangre del Oni saltó hacia sus ojos, cegando al héroe de dolor. Tambaleante retrocedió, blandiendo a ciegas su tetsubo, confiando en mantener al Oni a raya hasta que se pudiese recuperar. El oyó el aullido de dolor del Oni y cuando su vista se clareó, vio a Mirumoto Hitomi aplastando la cabeza del oni con su mano de obsidiana.

 

Yakamo permaneció quieto, sufriendo con el mas mínimo movimiento. Hitomi aguardaba, Yakamo inclino la cabeza, “No puedo permitirme el lujo de matarte.”

 

“Creo que eres el hijo de Kisada,” susurro con la voz cargada de odio. “Supongo que es el cobarde que siempre he sospechado que era.”

 

La pulla de Hitomi tuvo éxito. Yakamo cargó contra ella, pero mucho más fresco, el dragón era demasiado rápido para el Cangrejo herido. Su tetsubo estuvo en el suelo y la hoja de ella sobre su garganta en un momento. “No te mataré ahora, pero siempre recordarás que pude haberlo hecho.”

 

 

**Tsuko y Rokugan** (León)

 

Cuando el ejército de Toturi se aproximaba a Otosan Uchi, las dos armadas León se encontraban allí. Una, dirigida por Ikoma Tsanuri, que portaba el estandarte del emperador, lista para cumplir con su juramento de proteger al emperador a cualquier precio. El otro dirigido por Kitsu Motso, portando el estandarte de los León, lista para matar o morir por el imperio.

 

Mientras miraba, los ejércitos cargaron uno contra otro con un estruendoso grito. La disciplina rápidamente se transformó en desorden, y León se enfrentó a León, independientemente de familia o de lealtades.

 

No pudiendo aguantar por mucho mas tiempo la carnicería entre los miembros de su antiguo clan, Toturi hizo cargar a su ejercito en medio de la batalla mientras el ejercito de Junzo simplemente contemplaba lo que ocurría y reía. El grito de batalla de Toturi surgió del medio de la lucha y un profundo silencio recorrió el campo de batalla.

 

A punto de enfrentarse uno contra otro, Tsanuri y Motso y ambos se volvieron a mirar a Toturi, y los miles de sangrantes leones esperaron por una orden, cualquier orden. Toturi levantó su espalda hacia lo alto y apuntó a Junzo con ella.

 

“¡Por Matsu Tsuko, y por Rokugan!”

 

Detrás de las fieras sonrisas de sus tres comandantes, un solo ejército se volvió hacia la armada de Yogo Junzo y el grito de guerra de diez mil leones, jóvenes y viejos, resonó a través de los muros de Otosan Uchi.

 

 

** La añagaza de Kachiko** (Escorpión)

 

Sombras se movían a lo largo de los pasillos del palacio Imperial preparándose para la llegada del ejército de los Siete Truenos. El emperador rabiaba por todo el palacio al ver como todos sus preparativos se encontraban incompletos. Dondequiera que se volviese, sus guardias estaban muertos o habían desaparecido. Las puertas se encontraban abiertas y los fosos vacíos. El apartó un panel tras el cual encontró a su esposa, a la que elevó por los aires sujetándola por su kimono. “¡Tú! ¡Tú eres la causa de todo esto! ¡Te mataré por ello!”

 

Ellas sonrió. “No puedes hacerlo. Solamente cuando los Truenos estén reunidos podrás matarnos. Cada criatura en el mundo ha de seguir unas reglas y tú no eres la excepción.” Ella miró al emperador con destilando veneno a través de sus ojos. “El matarme ahora viola leyes que son incluso mas grandes que tu poder.”

 

El emperador apretó sus puños, sus ojos ardían con un fuego oscuro y su voz hacía temblar hasta los cimientos del palacio. Él la arrojó al suelo y se fue hecho una furia. Kachiko permaneció en el suelo unos instantes, entonces su cuerpo comenzó a estremecerse por la tensión causada por haber estado ocultando su miedo. “Tenías razón sobre eso, Yokuni,” susurró. “Rezo para que te equivoques con respecto al resto.”

 

 

**El último maestro** (Fénix)

 

En la noche anterior al asalto a Otosan Uchi, Isawa Kaede, con visiones de condenación y de profecías oscuras llenándole la mente, huyó del campamento en medio de la noche. Ella hablo con Tadaka durante unos instantes, y le habló de sus sueños y visiones. “Me está llamando,” le dijo. Cuando Tadaka le pregunto quien le estaba llamando, todo lo que Kaede pudo responder fue, “El Oráculo. Él me llama Tadaka. Él me llama.”

 

En los muros de Otosan Uchi, el Maestro del Fuego aguardaba por sus hermanos y hermanas. Con su mente finalmente devorada por la corrupción de su sangre, lanzaba fuego negro sobre su antiguo clan. Los maestros elementales, incompletos como estaban ahora, trataron de detener este ataque, pero uno de ellos había caído bajo el poder corrupto de su fuego. Solo Isawa Tadaka tenía la fuerza para comprender el dolor que causaba este fuego, y mientras la magia del maestro de la tierra distraía a su prima, Shiba Ujimitsu fue capaz de hacer caer al maestro del fuego.

 

La sangre de Tsuke era negra como la medianoche y quemó a Ujimitsu como el fuego griego. El Campeón Fénix gritó al tiempo que caía de las torres como un cometa. El se aferró a la vida el tiempo suficiente para susurrar siete palabras a Shiba Tsukune, y poner la espada del clan en sus manos. Entonces murió. Con un nuevo fuego en sus ojos, ella e Isawa Osugi tomaron el cuerpo del sangrante y quemado de Isawa Tadaka y se lo llevaron. Ellos no podían hacer otra cosa que rezar para que el Trueno Fénix tuviese la fuerza para mantenerse con vida el tiempo suficiente para enfrentarse al emperador Oscuro.

 

 

**El Qamar** (Naga)

 

Mientras los refuerzos de Junzo se aproximaban hacia el Palacio Imperial, de repente se encontraron en medio de una tormenta de flechas y fuego. Daini y Qamar se arrojaron en medio de del ejercito de no muertos con un batallón de Fénix, dirigidos por Shiba Tsukune. La doncella-samurai continuaron la carga todavía más rápido cuando ella y Daini vieron al nigromante que dirigía el ejercito empezando a lanzar hechizos. Qamar y Daini se metieron en medio del amasijo de cuerpos mientras Isha dirigía a los arqueros en una descarga de flechas para apoyar su carga.

 

Tsukune partió al nigromante por la mitad, aunque no lo logró hacer a tiempo. La oscura energía surgió e impactó con el campeón Naga. Su piel y ojos se volvieron negros y grises, entonces comenzó a deshacerse en polvo y dejó caer la antigua Lanza perlada al suelo..

 

Isha arrojó su arco y tomó la Lanza.

 

Cuando hubo finalizado la batalla y los cadáveres habían sido arrojados en una gran pira funeraria, Daini llamó a Isha, pero el arquero lo corrigió. “Desde ahora ya no seré llamado Isha. Ahora soy el Qamar,” dijo él. Daini se inclino con reverencia comprendiendo. Tsukune siguió su ejemplo incluso aunque ella seguía sin comprender. “Debo partir y informar a los Clanes de nuestro éxito,” dijo ella al nuevo Qamar.

 

“Muy bien. Shashakar te mandara allí.” El shugenja Naga asintió, deshizo una perla entre sus dedos y antes de que ella pudiese agradecerlo, Tsukune se encontró en medio de la batalla de Otosan Uchi, viendo como su señor y maestro caía de los muros del Palacio Imperial con su cuerpo envuelto en llamas negras...

 

 

**El primero en caer** (Unicornio)

 

Shinjo Yokatsu llegó al Palacio Imperial con sus tropas de ashigaru y jinetes. Dirigiendo la carga se encontraba Otaku Kamoko y su batallón de doncellas guerreras. Cuando Junzo se alejaba de su ejercito condenado, Kamoko cargó tras el. El Shugenja no muerto se volvió hacia la doncella guerrera, poniendo oscuros pergaminos en sus manos, invocando el poder de su oscuro señor. Con un bufido acallado por un susurro de su señora, el caballo de Kamoko se inflamó en un vendaval imparable, y el cuerpo de Junzo quedó destrozado bajo los poderosos cascos de su montura.

 

Con Junzo destrozado bajo los cascos del Unicornio, el ejército de no muertos del emperador se quedó sin una voluntad que lo guiase. Juntos los ejércitos León y Cangrejo con Kamoko destruyeron lo que restaba de las criaturas de las mascaras de porcelana mientras Yokatsu aguardaba en retaguardia bloqueando cualquier posible llegada de tropas que viniese en ayuda de la impía armada. Entonces ella vio a los Fénix destruirse entre ellos y se encontró con Bayushi Kachiko en la puerta.

 

Por fin los Truenos se encontraban reunidos. Entraron en el palacio, y vieron la muerte de Togashi Yokuni mientras Hitomi abría el último pergamino oscuro.

 

Viendo como crecía el poder del señor oscuro Kamoko no pudo contenerse. El descendiente de Shinsei trató de retenerla, pero ella se deshizo de su presa y cargó contra el emperador, con la espada de su clan en una mano y un grito de batalla en su corazón...

 

 

**La ultima prueba de Hitomi** (Dragón)

 

En el momento en que los Truenos estaban preparados para entrar en el Salón del Trono, Togashi Yokuni se plantó ante ellos. “Todos conocéis vuestro destino. Negadlo a vuestro propio riesgo.” Entonces el se volvió hacia Hitomi. “El tuyo es el camino más oscuro. Recórrelo con cuidado. Sobre tus espaldas recaen más cosas de las que conoces.”

 

Entonces se volvió y entró en el Salón del Trono quitándose el casco y su armadura. “Estoy aquí Fu Leng,” gritó, y los truenos hicieron una mueca de dolor al oír ese nombre. “Estoy aquí para mostrarles que puedes sangrar.”

 

De repente el Campeón Dragón se transformo ante sus ojos, Su piel se volvió escamas y sus brazos y piernas  crecían a la vez que su cuerpo se torcía y transformaba hasta que su verdadero ser  se reveló ante todos.

 

“¡Soy yo!” Gritó nuevamente “¡Soy Togashi, tu hermano! ¡Enfréntate a mi si te atreves!”

 

Otro dragón apareció, este formado de humo y de sombras. La batalla entre los dos hermanos fue rápida y decisiva, los dientes de Togashi hicieron surgir la sangre de Fu Leng, pero el oscuro retorció el cuerpo de su hermano entre sus brazos, rompiéndole la columna. Entonces, arrojó el cuerpo del destrozado dragón a los pies de los truenos y se rió.

 

Hitomi se arrodilló ante el cuerpo de Togashi , con su mano de obsidiana brillando con una luz devoradora. Introdujo la mano en el pecho del dragón y sacó de el, el corazón y el perdido duodécimo pergamino oscuro. Entonces, ella exprimió el corazón que todavía latía, robándole toda su fuerza y haciéndola suya.


**El 12º Pergamino se abre** (Monje)

 

Cuando el corazón de Togashi no era más que una cáscara vacía. Hitomi lo arrojó a un lado y rompió el sello del último pergamino oscuro, liberando la última de las almas de Fu Leng. Su grito de triunfo resonó en toda la habitación y habló a los Truenos.

 

“¡Haced lo que os plazca! ¡Mi poder está ahora completo! Hace un eón, vuestros ancestros murieron para atraparme en los pergaminos. ¡Miraos, miradme a mi! Mi poder es un millar de veces mayor de lo que fue. ¡Mi victoria es ahora completa!”

 

Pero desde las sombras, se oyó una risa completamente diferente. Su propietario avanzó surgiendo de las sombras, aplaudiendo mientras asentía con la cabeza cubierta. “Estas en lo cierto Oscuro. Tu poder es mayor de lo que jamás había sido. Pero hay una cosa con la que no habías contado. Algo que yo conozco, y que mi padre, y el padre de mi padre conocía, y así hasta el primer Shinsei que mataste hace un eón. Fíjate, ahora que tu alma es completamente libre, a su vez está ligada al cuerpo del último Hantei!”

 

Al tiempo que Fu Leng comprendía lo que Shinsei decía, sus ojos empezaban a cubrirse con el oscuro velo del miedo.

 

“Así es, Fu Leng,”  dijo Shinsei, mientras una sonrisa tomaba forma en su rostro.

 

“Eres mortal.”

 

 

**El ataque de los Truenos** (Toturi’s Army)

 

En la oscuridad del salón del trono, Toturi como Kamoko cargaba contra Fu Leng y no podía hacer nada mientras Fu Leng la arrojaba a un lado como un insecto molesto. El fuego de jade que surgía detrás de el provenía de la mano de Yakamo y de los ojos del Maestro de la Tierra.

 

Yakamo cargó contra Fu Leng con la magia de Tadaka rodeándole como un aura sagrada. Fuego negro surgió de las palmas del Señor Oscuro, pero el aura de jade de Tadaka protegía al Trueno Cangrejo al tiempo que la espada del padre de Yakamo vertía negra y corrupta sangre.

 

Doji Hoturi se encontraba inmediatamente detrás de Yakamo, con la espada de su propio Clan levantada sobre la cabeza. Ambos Truenos cortaron de nuevo el cuerpo mortal de Fu Leng antes de que el señor oscuro los arrojase de delante suya con un viento maldito. Toturi miró rápidamente alrededor suya, entonces se volvió hacia Tadaka. “¡El Trono, Tadaka! ¡El trono Esmeralda!” El Maestro de la Tierra asintió con la cabeza y con sus cánticos el trono se elevó por los aires. Antes de que Fu Leng se pudiese mover, Tadaka arrojó el Trono del Emperador encima del Señor Oscuro.

 

Entonces Toturi cargó contra el emperador, elevando su espada, pero Fu Leng se recuperó demasiado rápido. El sujetó a Toturi por la garganta con unas garras cadavéricas y sonrió a través de unos sangrantes dientes. “Ahora eres mío, León!” Toturi sintió la inhumana garra comenzar a apretar... entonces sintió que se liberaba. Abrió sus ojos para ver a Kachiko arrancándole los ojos al señor oscuro. Los arrojó al suelo al tiempo que la sangre manaba de las heridas del Señor Oscuro, pero su puño apretaba la esbelta garganta de Kachiko...

 

 

**Y así cayeron...** (Yogo Junzo’s Army)

 

La garra de Fu Leng sujetó rápidamente a Kachiko por la garganta. Doji Hoturi se lanzó nuevamente a la carga, pero el Señor Oscuro puso su mano sobre el pecho y vio como el Grulla retrocedía con los ojos llenos de dolor y sorpresa.

 

Tadaka envió flechas de jade contra el señor oscuro, que las reflejaba de vuelta hacia el Maestro de la Tierra, acribillando el corrupto cuerpo con pureza.

 

Toturi era el siguiente. El señor oscuro cogió la hoja de Toturi entre sus manos y la retorció hasta que obligó a este a soltarla. Fu Leng golpeó al ronin con el pomo de su propia katana enviándolo hacia atrás, hacia la oscuridad.

 

Yakamo rugió desde las sombras del salón del trono y avanzó corriendo, pero Fu Leng cambió la oscuridad que rodeaba al héroe en cadenas que lo sujetaron al suelo. En la puerta, Hitomi observaba con el último pergamino oscuro y su mano de obsidiana...y no hizo nada.

 

“¡Has fracasado Escorpión!” escupió Fu Leng a Kachiko. “Mataré a tus camaradas y te guardaré como trofeo.”

 

“Entonces echa un buen vistazo a tu trofeo Oscuro,” dijo ella “porque será la última vez que lo veas.”

 

Entonces Fu Leng se dio cuenta de que su oscura cabellera se esparcía libremente sobre su espalda. Miró hacia abajo y vio las largas agujas del pelo entre sus manos...

 

 

**La ultima voluntad de Hoturi** (Grulla)

 

Después de su profético duelo con Fu Leng, Bayushi Kachiko puso la cabeza del moribundo Grulla sobre su regazo. Su sangre manaba libremente de las heridas y sus estertores eran húmedos y dolorosos. Con el último aliento de vida en su cuerpo, susurró, “toma mi mano.” Ella así lo hizo.

 

“Hoturi, ha sido una estupidez lo que has hecho,” le dijo. “Después de todo el daño que te he causado. Después de todo lo que te he arrebatado. Tu familia, tu clan...” sus dedos tocaron la negra trenza sujeta al cinturón, “...tu esposa.”

 

La fuerza de sus dedos se iba extinguiendo, ella lo sostuvo todavía más fuerte. “¿Por qué?” Preguntó en un susurro lleno de confusión y rabia. “Deberías haberme dejado...”

 

“Alguien me dijo una vez que la vida es demasiado corta para el arrepentimiento...” el tosió de nuevo “...y para la venganza”. El se esforzó en ver a través de la tenue luz de la habitación. “Vi tu valor, señora. Salvó la vida de mis mejores amigos.” Ella puso sus dedos en sus labios, pero él meneó la cabeza. El dolor de su pecho le robó parte de su aliento y ella se lo dijo a los demás.”No. Debo decirte esto.” El miró en el fondo de sus ojos. “Quítate la máscara,” dijo él. Ella no protesto. Hoturi sonrió. “Te perdono,” susurró, “perdóname para que pueda descansar en paz.”

 

Con su máscara puesta a un lado, asintió, “Hoturi, te perdono.”

 

El apretó sus sangrantes labios y sus ojos comenzaron a cerrarse. Kachiko tomo la trenza de su cinturón y la deslizó entre sus mansos. “Estoy segura de que ella también te perdona”

 

“Recuerda este día, mi señora,” dijo, con su voz desvaneciéndose. “Recuérdame.”

 

Justo antes de que el vacío viniese a reclamarle, Hoturi sintió una simple lágrima caer en su mejilla y la voz de ella susurrándole suavemente, “lo haré.”